martes, 11 de mayo de 2010

La Esquinita

Oscuridad temprana. La tasca abandonada en la esquina es ahogada por inmensas moles de viviendas que apagan el cielo, ventanas sin vida aparente, persianas guardianas de una intimidad circunstancial. Los vehículos al girar por delante de la tasca La esquinita, fogonean el interior creando grotescas sombras e iluminando manchas en las paredes, colillas huesos de aceituna servilletas de papel en el suelo y apatía en los ojos.

En el interior mesas dispersas sin ningún orden aparente, penalidades hechas clientes en incómodas sillas, desfiguradas espaldas, largos dedos que agarran vasos de cristal que se hacen más pequeños conforme el líquido va resbalando por la garganta de quienes los alzan, tímidas toses y banales conversaciones, fútbol y política. Una tele se alza como una deidad sobre sus seguidores, sin sonido, solo imágenes de hechos repartidos por el basto mundo atajados indiferentemente. En la barra fríos boquerones, pimientos sobre panes secos y una tortilla más que rancia blindadas por un sucio cristal con manchas de cerveza derramada. Taburetes que sostienen las cargas de largas piernas y minúsculos pies de altos calcetines. El sereno del desengaño sirve dos copas más. Los dos amigos de toda la vida conversan alegremente animando la monotonía de la tasca.

Con un palillo en la boca, Al menos en Grecia hacen algo, se levantan, gritan...

Lanzan obeliscos...

Aquí ná de ná, voltea el palillo con rapidez con un simple movimiento de boca, por mucho que la caguen todos seguirán votando sus colores...

Y creyendo en el mismo Dios, con los que hay para elegir...

La indiferencia crea la burocracia, que forma la democracia y no al revés...

Como el palillo crea el pincho de tortilla, la gente dice que es de tortilla, pero obvian lo fundamental que es el palillo...

Y lo peor que nada se mueve, ni para alante ni patrás.

Somos un gran fósil jerarquizado...

Jóvenes autodestruyéndose...

La gente ya no se droga como antes.

Un mecanismo asqueroso que sacrifica sus piezas por autoconservarse...

Antes el rey que el peón.

Dos trabajos, dos coches, piso y chalet en la playa...

La mujer burguesa, ¡qué necesidad tenía de meterse en nada!

Se lo digo de verdad, prohibiría trabajar a las mujeres, cuantos menos alimenten a la gran bestia mejor. ¿Usted no? Un avance dicen, ¡una atrocidad!

Reventar antes que morir de hambre...

El ser humano está destinado a su propia perdición...

Los caminos del señor son inescrutables.

La raza humana se difumina en un abismo de oscuras tonalidades hasta que todo explote.

La conversación se apagó con un vino tinto de la casa y un vermouth barato. Afuera, la ciudad callaba indiferente a los pensamientos de sus habitantes. La Esquinita oscurecida por las sombras de los edificios que formaban las farolas, intentando permanecer al margen de cualquier tiempo y cultura, intentando sobrevivir a su sociedad.


Riaño

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