martes, 13 de septiembre de 2011

Nighttime

Oscuridad temprana. La tasca abandonada en la esquina es ahogada por inmensas moles de viviendas que apagan el cielo, ventanas sin vida aparente, persianas guardianas de una intimidad circunstancial. Los vehículos al girar por delante de la tasca La esquinita, fogonean el interior creando grotescas sombras e iluminando manchas en las paredes, colillas huesos de aceituna servilletas de papel en el suelo y apatía en los ojos.

En el interior mesas dispersas sin ningún orden aparente, penalidades hechas clientes en incómodas sillas, desfiguradas espaldas, largos dedos que agarran vasos de cristal que se hacen más pequeños conforme el líquido va resbalando por la garganta de quienes los alzan, tímidas toses y banales conversaciones, fútbol y política. Una tele se alza como una deidad sobre sus seguidores, sin sonido, solo imágenes de hechos repartidos por el basto mundo atajados indiferentemente. En la barra fríos boquerones, pimientos sobre panes secos y una tortilla más que rancia blindados por un sucio cristal con manchas de cerveza derramada. Taburetes que sostienen a cargas de largas piernas y minúsculos pies de altos calcetines. El sereno del desengaño sirve dos copas más.

Y todo gira alrededor de mí y todo gira alrededor de esta copa. Y cuesta llenarla pero una vez llena se vacía por arte de magia. Ponme otra jefe, ponme otra. Y ella fue lo más bonito que vi en esta vida, y sus ojos se marcharon dejando el recuerdo de su pelo. Sácame de aquí, sácame de mi vida. E intenté continuar mi vida, te juro que lo intenté. Intenté trabajar, vivir, amar, pero nada salía nada funcionaba, todo vano e inservible.

Y las copas caían como verdades sobre el mundo. Los cielos se abrían para dejar paso a mis errores. Y yo marché por la avenida, coches relampagenado a mi izquierda, sucios edificios graffiteados a mi derecha, mentiras atrás tristeza en frente. Y qué bonita era. Y sus pies bailaban descompasados con cada canción, pero qué gracia y qué belleza. Sus labios se movían sólo para sonreír.

Y la borrachera que llevo es insoportable, debería levantarme y salir al fresco. Calles mojadas, ojos secos. Las persianas cerradas como si me tuvieran miedo. Pateo latas servilletas emburruñadas piedras chinas escombros plásticos, y nada sacia nada. Vuelvo a casa, abro la puerta, la luz se enciende fácil, es más difícil abrir la puerta de mi cuarto. Me desnudo, abro la cama, cierro los ojos y el agobio en el pecho es insoportable, el dolor me martillea. Y entonces recuerdo cómo me mirabas, entonces recuerdo cómo te besaba y como te besaría mil veces más.


Y mañana será otro día igual, de miseria y destastre. Y mañana me desperté empalmado y no puede acabar nada. El sol se burlaba al otro lado de mi ventana, y me levanté y bajé al bar y aquí estoy, copa tras copa recuerdo tras recuerdo mujer tras mujer experiencia tras experiencia trauma tras trauma, y sigo sin saber quién soy. Y sigo sin tenerte entre mis brazos.

Entonces simplemente quise huir andar volar. Madrid es un buen agujero para morir, salí al centro, los girys poblaban deprimentes calles, tascas llenas cerveza fría corazones calientes. La música de fondo era apagada por el trafaco reinante, las callejuelas se abrían inseguras ante los transeuntes. Y miro el movil y hay dos mensajes nuevos, uno es publicidad y otro es inventado. Y quise que el inventado fuera tuyo, quise que me llamaras. Te juro que lo intento pero sigo sin olvidarte. Abro a banda y tiro por Arenal, y la calle está petada de gente, un puesto de libros aparece siempre a la izquierda. Compro uno para autocomplacerme, que los libros son buenos amigos cuando uno se siente triste. Las calles congeladas en Agosto, el sol parpadea calor incesantemente, sin nubes sin respiro sin más recuerdos que fracasos y fracasos.

Ando entre gente que jamás llegaré a conocer. Siempre me preguntó donde morirán mis recuerdos, la música fluye en el bar y sin embargo no escucho nada excepto tus palabras ya muertas por el tiempo.

Y vuelvo a casa y vuelvo a encender la luz abrir la puerta, y lo jodido es que no puedo llorar. Y aguanto día tras día y aguanto y vuelvo a beber y aguanto lo inaguantable y no pude quererte como merecías, pero que sepas que te quise como pude.

Riaño