Pertenezco a la generación botellón. Jóvenes en busca de una libertad, cuatro euros la borrachera, tirados, en un parque, bebiendo. El nihilismo en nuestro interior nos obligaba a perdernos con cualquier escusa, las drogas era lo más fácil, nuestra buena educación y las condiciones de nuestro barrio evitaron que cayésemos en otra distinta al alcohol. Los fines de semana era una peligrosa rutina de borrachera, resaca y borrachera. Conversaciones entre medio, alguna chica y peleas debido una mentalidad infantil y en una adrenalina que necesitábamos liberar. Gozábamos de una libertad que ninguna otra generación había tenido, y por ello, nos exigíamos una diversión directa, una liberación de la que no nos dábamos cuenta que ya gozábamos, pero que estaba oculta en las noches de una inmensa ciudad.
No estuvo del todo mal, el alcohol ahogaba mi timidez, lo que me llevó a besar algunos jóvenes labios, labios de chicas que nunca llegué a conocer, y por supuesto, ellas tampoco a mí. Cómo me iban a conocer si para mí mismo era un completo desconocido. Bebía porque era lo único que conocía, porque era lo fácil, todos lo hacían, era a lo que estábamos acostumbrados.
Hubo peleas. Las recuerdo con una sonrisa en mi boca. Cada vez que las recordamos mis amigos y yo volvemos a sentir esa adrenalina que nos azotaba... Corríamos, huyendo, persiguiendo... A veces sangrábamos, pero siempre reíamos. El alcohol nos permitía entablar peleas más fácilmente, pero necesitábamos soltar esa adrenalina, necesitábamos golpear con furia una sociedad que renegaba de un individualismo, el nuestro, que neceistábamos expresar de cualquier forma. Podríamos haber hecho cualquier otra cosa para sentirnos diferentes, pero éramos jóvenes borrachos. Éso nos hacía despertar de una oscura pesadilla, disparaba nuestro entusiasmo, el comentar la pelea de ayer, o la gamberrada de la semana pasada nos daba un patético sentido a nuestra vida.
Ésa es mi generación, una panda de jóvenes borrachos que no creen en nada, pero que beben para poder tener algo, para llegar a soñar en algo. La violencia y las irresponsabilidades forman parte de un carácter ahogado por una sociedad que enseña a ser un número y no un individuo, obliga a recitar y no a pensar en una pobre educación que encierra aún más nuestros cerebros en una ignorancia que desconocemos.
Y luego la sociedad echa pestes, luego los graffittis que inundan la ciudad son sucios garabatos, luego somos unos locos que no sabemos qué es el respeto y que nos falta autoridad. Pero luchamos, sin saberlo, por darnos a conocer en una sociedad a la que no le interesamos. El triunfo de la Democracia resucitó el desinterés por todo, por la política, por cambiar algo. No se puede hacer nada es lo que suelen decir nuestras jóvenes bocas, pero es sólo una forma de no pensar en si se puede hacer algo o no, es algo que no interesa. Un cubata, tres hielos, hasta la mitad de vodka, naranja, una chica... Era lo único que buscábamos.
Riaño
viernes, 11 de septiembre de 2009
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3 comentarios:
Me has dejado helada. Me quedo con el penúltimo párrafo. Creo que habría muchos que estarían interesados en leerte o que deberían hacerlo, lástima porque nunca lo harán. Cada generación tiene su lastre.
Pero el café con tu suerte se enfría, en mi mesa fríaaaa.
carajo negro, que no se corte, gustazo que sigas escribiendo, bien ahí, dale para adelante, a ver si algún día podemos charlar nuevamente.
por si no te acordas, soy del foro de todoxbox (perdon que te cague la mistica jajaj)
También pertenezco a la generación que cambió el "Vive el momento" por el "Olvida el momento". Muy mala interpretación del "Carpe diem". Pero de algo habrá servido. Aunque sólo sea para darse cuenta y evolucionar... para despertar de la inconsciencia y empezar a vivir con serenidad.
Gran blog!
Apertas
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