lunes, 4 de mayo de 2009

Improvisando ideas ya repensadas

Loqueando para estar cuerdos. Un bar, camarero con vino en la mano, copa que se deposita en la barra con suavidad y rapidez. Bebido es, pero no demasiado, la noche es larga. La misma mano que se llevó la copa a la boca, se lleva ahora la mano a la cabeza, a los ojos rascándoselos, hay sueño parece. Es normal, hay sueño en un día así. Esto no es un domingo, es una venganza, suspiro, todo ello del hombre de camisa larga blanca, el vigilante de barras.

Oscuras sombras alrededor del hombre de la copa de vino, recuerdos, penas. Insonorización del bar desde sus oídos, cuesta hablar, pesan las palabras, tanto que no habla. Todo es una broma, una amarga casualidad. El segundero va más lento que el minutero, pero aún así el tiempo no avanza. Todo instante es igual. No se fuma, el vino es suficiente, su vida es demasiado.

La insonorización ya no es una sensación subjetiva, es una realidad que se muestra en ese bar. ¿Cuántas copas van ya? Salir a la calle es toparse con la realidad, pero tarde o temprano habrá que hacerlo. Loqueando para estar cuerdos.


Riaño

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