Entró, tirín-tirín, que se oye, pasos y el escalón superado. ¿Qué desea? Pero sin acento castellano, era un acento oriental, China? Señala aquí y allá, no lo vi, estaba detrás. Paga, gracias hasta luego, otra vez acento oriental, y otra vez el tirín-tirín al salir.
Hacía viento, que no frío, el pelo subía y bajaba. Sobre todo al torcer las esquinas de las manzanas. Abrió la bolsa con las pertenencias: una botella fría, papel de liar, un mechero. Tarareaba una canción, ahora no me acuerdo, fue hace mucho... Meses, quizás un año y pico.
Llegó, era un parque, medio mal oliente, medio agradable. Saludó a otros dos tipos, parecían de su edad, quizás un año menor, pero quizás sólo lo aparentaban.
Lo que siguió fue una tarde aburrida de más humo que charla, de más alcohol en sangre que interés.
Aburrido, pero así es la rutina, supongo. Así es la juventud, así son las tardes en varios barrios sin mucho que hacer sin interés en pensar diviertiéndose con quehaceres destructivos en calles graffiteadas sin más motivo que el de ver la vida pasar.
Y durante bastante tiempo me divertí así. Durante-bastante-tiempo...
Riaño
sábado, 2 de mayo de 2009
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