-¿Qué pasa…?- El alcohol le dijo al cerebro.
- No pasa nada. ¿Qué pasa? Es de noche, y el aire no es suficiente para airear mi absurda cabeza. Qué pasa… Pasa esto, pasa todo. Esto es esos dos pakistaníes, en noche en vela, con mercancía y sedientos, buscan vender para llevarse algo a la boca. Pasa eso, pasa que los policías se lo quitan, policías que no quieren que se lleven nada a la boca. En un lugar de fiesta, chicas en minifaldas, alcohol y drogas, música mala, lo que es un lugar de fiesta, vaya. Dos pakistaníes se intentan ganar la vida y la policía no les deja.
Qué pasa. No sé si les comprendo, pero seguro que los dos pakistaníes se preguntan por qué no pueden ganar dinero vendiendo en la calle, cuando no hacen mal. Por qué un policía les requisa su medio de vida. Por qué nadie les protege. Por qué vinieron a Madrid, por qué en un minuto se puede perder lo que se ha ganado en un día.
Qué pasa. Pasa que no sé pakistaní y les entiendo. Indignados y sin embargo con un tono calmado. Son fuertes, más que la mayoría. Les golpean y no lloran, y no gimen, y no se derrumban. Se quejan, se indignan, se preguntan, pero nadie les oye, no tienen voz, los pakistaníes sólo tienen miradas, y nadie quiere ver. Y sus miradas desvelan que mañana estarán allí otra vez, sus miradas son nobles, más nobles que el injusto castigo.
Qué pasa. ¿No ves lo qué pasa? Pasa todo. Pasa que pasan muchas cosas y a nadie le importa. Adiós.
Riaño
martes, 28 de abril de 2009
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