Me encanta que las hojas del otoño pueblen las calles para que yo, con ayuda del frío aire, pueda jugar con ellas, pateándolas, pisándolas, arriba-abajo, escuchando el sonido al hundirse tras la suela de mi desgastada deportiva. El viento mueva los árboles, produciendo un sonido, la advertencia de que a continuación impactará sobre mi rostro con fuerza, relajándome mi cabeza, haciéndome conocedor de su fuerza, de mi debilidad.
Hoy paseando escuché las sirenas de unos bomberos. Cuando alcé la cabeza pude ver que se dirigían a un viejo edificio cercano de cuatro plantas. Me acerqué. Al otro lado del edificio, policías, curiosos mirando al tejado y bomberos alejando más curiosos. Por un momento quise que fuese alguien que se quisiese suicidar, alguien que estallase, que diese a conocer su individualidad ahogada y que proclamara que ya estaba harto de todo esta locura. Era un pequeño despredimiento, el edificio no aguantó el golpe del viento. Yo aguanté la decepción, bajé la cabeza y seguí leyendo.
Qué locura...
A veces pienso que estoy loco, quizás no mucho, pero si lo suficiente. Si dijese todo lo que pienso en voz alta, seguro que la gente me insultaría, me escupiría y pegaría y estaría ya encerrado en la cárcel, o en un manicomio... Ofenderían demsiado mis absurdas ideas, no podrían soportar escuchar esas palabras. Me atarían a un palo y prenderían fuego a la altura de mis pies.
Qué locura.
Hay ideas que no se pueden pronunciar, frases que es mejor que se queden sólo en tu mente. A pesar de que se te avalancen sobre ti, esas palabras que se forman en tu cabeza no pueden salir por tu boca, no puedes hacer otra cosa que pasarlas al papel. La escritura es el recurso de los locos. Como hay cosas que queda raro decirlas en voz alta, las escribes, convirtiéndote en un filósofo, un idealista, un genio, un soñador. Si las pronuncias, te mirar raro y pasan de ti; sobre un fondo blanco, adquieren el valor de nuevos mandamientos. Algo así es a lo que aspiro yo, a formar la piedrecita de una columna sobre la que se asienta la sociedad, para que la gente se agarre a algo, para que todos podamos abrazarnos a algo... Columna hueca, columna donde la gente llora, se emociona, sonríe, se da cabezazos y araña con desesperación. Una piedrecita que dote de un falso sentido a todo. ¿Cómo ser parte de algo en lo que no crees realmente? Es una locura...
jueves, 22 de octubre de 2009
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